Hechos 4: Una fe valiente y transformadora
- Meivi Perez Basulto
- 11 ene
- 4 Min. de lectura
El capítulo 4 de Hechos nos presenta una de las escenas más impactantes de la vida de los apóstoles Pedro y Juan. Después de sanar a un hombre cojo en el nombre de Jesús, ambos son arrestados por las autoridades religiosas debido a que estaban proclamando abiertamente el poder y la resurrección de Cristo. Sin embargo, lo que parece ser un momento de persecución se convierte en una poderosa declaración de fe que resuena a través de los siglos. A lo largo de este capítulo, podemos extraer lecciones cruciales para nuestra vida hoy en día.
1. La valentía de Pedro y Juan: La fe que no se calla
Una de las primeras cosas que llama la atención en Hechos 4 es la valentía de Pedro y Juan. A pesar de la presión, las amenazas y la persecución, ellos no se retractan. En el versículo 10, Pedro declara con firmeza ante los líderes religiosos: “Este hombre está sano gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien ustedes crucificaron, pero a quien Dios resucitó de entre los muertos”. Este es un acto de valentía radical, no solo porque se enfrentan a la autoridad, sino porque están declarando públicamente que Jesús es el único camino hacia la salvación.
Lo asombroso de esta declaración es que Pedro y Juan no eran grandes eruditos ni líderes formales, sino simplemente hombres comunes que habían estado con Jesús. Esto nos recuerda que el poder no viene de nuestros títulos o habilidades, sino de nuestra relación con Cristo. La valentía de Pedro y Juan surge del hecho de que sabían que Jesús es la única respuesta y que la verdad que portaban debía ser proclamada a toda costa.
2. El poder del nombre de Jesús: No hay otro camino
Un aspecto clave en este capítulo es la declaración de Pedro en el versículo 12: “En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos”. Este es uno de los versículos más contundentes del Nuevo Testamento, en el que se afirma que la salvación solo se encuentra en Jesús. En medio de un mundo lleno de religiones, filosofías y caminos espirituales, la Biblia es clara al señalar que solo en Jesús hay vida eterna.
Este versículo no solo refuerza la centralidad de Cristo en nuestra fe, sino que también desafía nuestras creencias y convicciones. Como creyentes, debemos ser firmes en nuestra declaración de que Jesús es el único camino. Al igual que Pedro y Juan, nuestra misión es llevar este mensaje con valentía y sin temor, porque sabemos que es la verdad que transforma vidas.
3. La unidad de la iglesia: El poder de la oración colectiva
En Hechos 4, después de ser liberados, Pedro y Juan regresan a los creyentes y juntos oran, pidiendo valentía y fortaleza para continuar predicando el evangelio sin miedo. En el versículo 31, leemos que “cuando terminaron de orar, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron la palabra de Dios con valentía”.
Esta escena nos muestra el poder de la oración colectiva y la unidad dentro del cuerpo de Cristo. No solo es importante orar, sino orar juntos. La iglesia primitiva sabía que la oración era la fuente de su poder y que, al unirse en oración, podían recibir la fuerza del Espíritu Santo para enfrentar cualquier desafío. En tiempos de persecución o adversidad, la unidad y la oración nos fortalecen como comunidad.
4. Generosidad y comunidad: Un modelo de vida cristiana
En los últimos versículos del capítulo, vemos que la iglesia vivía de una manera radicalmente generosa y unida: “todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común... y no había entre ellos ningún necesitado” (v.32-34). Este modelo de comunidad no solo es un testimonio del amor y la unidad que Cristo nos llama a vivir, sino también una invitación a ser generosos y a cuidar los unos de los otros.
La generosidad de la iglesia primitiva no se limitaba a lo material, sino que también incluía el compartir tiempo, recursos y, sobre todo, el amor. Este es un llamado para que hoy, como comunidad cristiana, vivamos de manera intencional en unidad y generosidad, reflejando el amor de Cristo en nuestras relaciones y en la forma en que compartimos con los demás.

Conclusión: Una fe que transforma y desafía
El capítulo 4 de Hechos es un recordatorio claro de que nuestra fe debe ser audaz, firme y generosa. Pedro y Juan nos muestran que no importa cuán comunes o pequeños nos sintamos, Dios puede usarnos poderosamente cuando estamos dispuestos a vivir según Su verdad. Además, este capítulo nos desafía a vivir en unidad como iglesia, orando juntos y apoyándonos mutuamente.
Hoy, te desafío a reflexionar sobre tu fe. ¿Estás viviendo con valentía, proclamando la verdad de Jesús, y siendo parte activa de una comunidad que ora y comparte generosamente? La iglesia primitiva es un ejemplo de cómo la fe en Jesús transforma vidas, y ese mismo poder sigue disponible para nosotros hoy. ¿Te atreves a vivir con esa misma fe radical?
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